Naceu en Ourense o 5 de maio de 1853 e era filla do médico e tamén poeta Dimas Corral Revellón e Clara Aller y Presas e neta do poeta e catedrático Luís Corral Rodríguez (1). Rita tiña catro irmáns: Dimas Corral que foi médico no Hospital Militar; Consuelo e Clara, esta última destacada poetisa tamén incluída neste blog.
A familia trasladouse a vivir a Santiago en 1868 e Rita casou en 1875 con José García Castro y Calviño e tiveron unha filla chamada Herminia.
Rita escribiu e colaborou en diversos xornais e publicacións e, como a súa irmá, tiña grandes dotes para a poesía. En 1906 pasou a ser membro da Real Academia Galega a título póstumo.
A súa poesía era intimista, cun certo grao de pesimismo representado nas bágoas que son mencionadas e personificadas en moitos dos seus poemas. A musicalidade vén dada por unha rima consonante sen caer nunha rima "cantarina" senón nunha sostida e con cadencia.
O seguinte poema foi publicado El Heraldo Gallego o 16 de abril de 1974 dedicado a Adela:
A familia trasladouse a vivir a Santiago en 1868 e Rita casou en 1875 con José García Castro y Calviño e tiveron unha filla chamada Herminia.
Rita escribiu e colaborou en diversos xornais e publicacións e, como a súa irmá, tiña grandes dotes para a poesía. En 1906 pasou a ser membro da Real Academia Galega a título póstumo.
A súa poesía era intimista, cun certo grao de pesimismo representado nas bágoas que son mencionadas e personificadas en moitos dos seus poemas. A musicalidade vén dada por unha rima consonante sen caer nunha rima "cantarina" senón nunha sostida e con cadencia.
O seguinte poema foi publicado El Heraldo Gallego o 16 de abril de 1974 dedicado a Adela:
Adela
El sol se hundía, recuerdas?
La luna tranquila y pura
En misteriosa hermosura
Iba la tierra a envolver;
En torno, todo callaba
Y en dulce melancolía
Nuestra mente se finguía
Pasado y futuro ver.
Y tu mano que en mi mano
Cariñosa se apoyaba;
Adela, como temblaba
A impulso de una emoción,
Que desconocido acaso
Era terrible y potente,
Porque abrasaba tu mente
Y helaba tu corazón!
De la tarde el postrer rayo
Pensativo y moribundo,
Te hizo recordar el mundo
En que soñabas vivir;
Y al acercarse la noche
Entre el misterio y la calma
Yacia ansiosa tu alma
De creer y de sentir.
Y esos recuerdos queridos
Que en uno se transformaban
En un fuego abrasador;
Mas ¡ay! al tocar al alma
Tornábase el fuego frío
Al ver que era desvarío
Y escepticismo el amor!...
Y es que soñaba tan solo
Tu imaginación ardiente,
La breve, la sonriente,
La inverosimil verdad
Pero el alma desprendiéndose
De ese embriagador delirio,
Vió el espantoso martirio
Que dura una eternidad.
Poco á poco en tu mirada
Que cual cerebro ardía
Algo agitase veía
Que trastornaba mi ser...
Mi frente tocó tu frente;
Aún la impresión siento ahora,
Tu lágrima abrasadora
Vino en mi rostro a caer.
Tu lágrima, en la que iban
De tus primeros amores,
De tus últimos dolores
La alegría y el sufrir;
Escucha; en el breve tiempo
Que juntas hemos sentido,
Aprendí a llorar contigo
Y le he enseñado a reír!
Guardo en mi pecho esa lágrima,
Adela que tu me diste,
Y que dar á la fé un adios;
Mas no guardes la sonrisa
Que mi boca al mundo lanza,
Desesperada esperanza
Que le mandamos las dos!
Eran blancas, lloraban y reían,
En su alegre y burlona carcajada
Parecióme advertir, ténue, dudoso
El ruído de las lágrimas...
En sus helados brazos me sentía
Lejos de aquí, muy lejos arrastrada...
Y al dejarme caer reían siempre:
Pero siempre lloraban!...
El fuego de sus ojos en mí ardía;
Mi cerebro en cenizas se tornaba...
Y las sombras que ayer allí vivieron
Huian espantadas.
Yo quedé sola como nunca estuve,
Tan sola como la última esperanza:
Miré, y en derredor todo era oscuro,
Oscuro cual la nada.
Y poco a poco iba cubriendo el mundo
El velo de las lágrimas...
Que no eran las primeras, ni las últimas
Eran las más amargas!
(1)El Diario de Santiago, 11 de xaneiro de 1875, p. 2.