Elisa naceu en Ourense e acadou o título superior de mestra en 1898 na Normal da capital. En 1902 foi destinada á escola das Ermidas, non concello de O Bolo, cun soldo de 250 pesetas. Ao ano seguinte foi para a escola de Xares, en A Veiga, e en 1904 destinárona para a mixta de Tronceda en Castro Caldelas e en 1907 para a de Chás en Oímbra e en 1911 para a de Laza para voltar a Tronceda en Castro Caldelas en 1912, logo en Manzaneda e despois en Fontei, A Rúa[1].
Afiliouse á ATEO e colaborou no Boletín cun escrito titulado “Los caminos del espíritu y la escuela primaria” no que avogaba por unha educación baseada nunha aprendizaxe natural por medio da cal o neno adquiría o coñecemento por si mesmo e de xeito voluntario. Deste xeito, a educación debe excluír radicalmente toda forma forzosa de aprender pois vai en contra da natureza. É, polo tanto, un pensamento pedagóxico moi ligado a Rousseau. Este razoamento lévaa a defender que a ensinanza da relixión non debe incluírse nas escolas xa que, dado que os nenos van ser quen de ir desenvolvéndose de xeito natural-individual, a relixión, como cuestión de vontade persoal e íntima, deberá ser o infante quen decida, libremente, escollela. Trancríbese, a continuación, o texto completo e literal.
Sí, hay algo ante lo cual el dómine tiene que dejar de serlo para no destruir un postulado vital, este algo es el niño; el niño, con todos sus atributos, con todos sus dolores y su alegría. El dómine tiene que dejar de serlo para levantar en sí al pedagogo, al ser que, conociendo el alma tierna y candorosa del niño, candorosa hasta en la picardía, pretenda educar, y no dominar, esta alma, capullo casi siempre de una hermosa flor futura. Porque el mayor pecado que el padre o el pedagogo pueden perpetrar, el peor pecado es torcer el ímpeto natural y siempre gracioso de las criaturas con intenciones, las más de las veces, rutinarias y desconcertantes ya para el niño, ya para un estado mental superior.
En las escuelas rurales este problema básico a su dolor diariamente y diariamente quisiéramos encontrar dentro de la ignorancia de los padres, una fórmula mágica que diera satisfacción a tirios y troyanos sin perjudicar el alma del niño.
Quizá la República, con sus decretos sobre la enseñanza laica, haya venido a resolverlo. En verdad, lo que más ata al niño a un sentimiento que no es el de él, es toda forma forzada de religión. No quiero decir con esto que la religión no sea indispensable al niño sino todo lo contrario.
Por lo mismo que el niño, al preguntarse infinidad de veces por el misterio que rige su vida irá formando en su alma un mundo divino que, a la larga, cuando ya su pensamiento pueda responder a sus función, encuentre cauce en cualquiera de las liturgias habidas. Así se desdoblará, sin monstruosas palizas espirituales, mucho más peligrosas que las otras, las corporales, el alma del niño, y cuando mayor, bendecirá en nosotros, al fin y al cabo padres espirituales de él, nuestra neutralidad bienhechora. Porque hacer católicos a la fuerza es cien mil veces peor para la catolicidad que para cualquier otra religión.
Sé por mi misma que mis sentimientos de católica nada tienen que ver con los terrores ultra-terrenos con que decoraron mi infancia maestros que más tenían de aterradores de niños que de formadores de conciencias.
Hoy, afirmada mi fé católica por mis sentimientos mejores, repito todo intento de captación de conciencias por medios que no sean los naturales, los metodológicos, los que dejan al niño en libertad de elegir y de entender el misterio del más allá, que todos los caminos, cuando son nobles, a Dios nos llevan y en Dios nos dejan[2].
[1] Boletín Oficial de la provincia de Orense, 2 de abril de 1900, p. 3; 16 de outubro de 1903, p. 3; 5 de xaneiro de 1907, p. 3El Eco de Santiago, 28 de agosto de 1902, p. 2; 11 de marzo de 1904, p. 4; El Magisterio Español, 14 de decembro de 1911, p. 7; 25 de setembro de 1915, p- 7; Suplemento La Escuela Moderna, 11 de decembro de 1912, p.7 .[2] Elisa Fernández Rodríguez, “Los caminos del espíritu y la escuela primaria”, Escuela del Trabajo, nº 5, 1932, pp. 10-11.[3] “Sección Administrativa de Primera Enseñanza. Provincia de Orense. Circular”, La Región, 15 de outubro de 1937, p. 4.